Tecún Umán es un gran charco. Aquí no se camina, se chapotea. El éxodo hondureño se encuentra con otro enemigo: la lluvia. A veces empapa como el rocío, casi sin que te des cuenta. En otras, descarga violentamente, de forma despiadada, a cubetazos. Las palanganas de los picops que dan jalón son pequeñas tiendas improvisadas con plásticos bajo las que se cobijan los migrantes. Eso, los que pueden agarrar jalón. Si no, toca caminar. Es la ruta del hambre, que no se detiene y llega a su última etapa en Guatemala.