Al lado de la diminuta mesita en la entrada de la casa, las otras dos niñas, de 12 y 7 años, cumplen diligentemente con sus deberes escolares, autónomas. Acaban de regresar del puente, bajando por los 40 metros de desnivel que separa el asentamiento en el que viven desde la superficie por la que cada día transitan miles de vehículos.