Cada 31 de octubre, en lo alto del cementerio de Guayaquil, se celebra una misteriosa misa en memoria de las almas olvidadas o del purgatorio. La ceremonia comienza a las nueve de la mañana del Día de Brujas y asiste la misma gente que visita todos los lunes la urna de las almas olvidadas y otras tumbas, siempre tras milagros, creencias populares y hechicerías. Y es que todos los lunes visitan el cementerio, a más de madres y esposas de presidiarios, van los adictos, brujas y otros sujetos fuera de la ley.